28 marzo 2007

La hora del alba

Y a la hora del alba, cuando las sombras deban ser ejecutadas, un dulce canto de alondra inundará la estancia y nos dará cobijo. Todo lo que habrá entonces será eso. Las manos llenas, el canto de la alondra. Y una breve plenitud. Quedará atrás la espera infanticida de un mundo mejor. Este es nuestro mundo y poco podemos hacer ya para que no reviente. Abandonemos de una vez la gran mentira de que todo está bien. No hay nada que podamos mejorar aunque aún podemos llenarnos los ojos de flores que explotan. Quizá si cada uno nos encargamos de un jardín, se me ocurre que tal vez, toda la belleza del mundo pueda ganar la batalla a la muerte por nosotros. Aún apostaría por ello, no te creas. Pero esto es lo que hay, desolación y pereza, y el cielo que hoy miramos y que nos refleja esconde agujeros negros. No hay nada allá atrás, nada, excepto el gran universo con sus misterios inabarcables y sus juegos incomprensibles. Dicen que se está expandiendo, y que se aleja, y sólo de pensarlo siento temblar la tierra y no hay tabla en la que salvarse ya. Nadie estará esperando para decirnos qué hacer. No hay unos brazos infinitos abiertos para envolvernos con una manta eterna de consuelo y perdón. No hay más juicio final que el del miedo que nos da el vivir sin tener una entrada al paraíso.


Estamos solos en esta noche negra, en esta noche tan cerrada que parece una gruta del fondo abisal.

Estamos solos y no existe la otra orilla.

Estamos solos, y ninguno parecemos estar al corriente.

Vamos remando en un mar de sueños, amor mío, y la piel se nos caerá a jirones cuando el tiempo haya concluido.


Primera imagen: Tórtola torcaz en mi balcón. ¿Que cómo lo sé? Me lo ha dicho una mandarina azul...
Segunda Imagen: G.CHIRICO. El enigma del oráculo.1910.

20 marzo 2007

Ella escucha

Ella escucha.
Desde tiempos remotos, el poder de la revelación le ha sido dado.

Ella escucha.


Y entre el ruido, en mitad de las palabras, por encima y por debajo de ellas, en los huecos del pensamiento y de los sueños, entre la maraña de los sonidos que filtra la aurora, en los murmullos, gritos, y silencios que recorren las calles, en la cadencia de los suspiros, de las ausencias y de los cantos que pueblan la noche, en la penetrante distancia de los susurros, rumores, ecos y aullidos que evoca el vértigo,


ella distingue La Voz profunda que se dirige a su alma.

Ella escucha
y presta atención.
Siente la presión en el pecho
y la rueda vuelve a girar.

Imagen: Anónimo. Genio femenino alado y portador de flores. Procedente de Stabies. Museo Arqueológico Nacional. Nápoles. A los que me visitáis con frecuencia, os invito a que leáis mi último comentario de la entrada anterior. Si os apetece, claro. Y a los demás, también. Evidentemente.


16 marzo 2007

Nudo

Amanecen dos escobas al lado de mi cama
con una barro miserias, con otra sobrevuelo la noche
Y una de las gatas vigila los puertos.

Vengo de contrabando con los pliegues de la falda arrugados y las botas sin anudar y me miro al espejo y me siento poderosa. Vengo del otro lado de las murallas, de negociar caminos. Vengo de cabalgar a pelo por la orilla del mar. Vengo del rincón de penumbra donde los sueños se esconden, y se engarzó en mi pelo una ola que te tocó.

Amanece también una cuchara de palo, que disimula entre los pucheros. Pero conjura bálsamos y tiembla la tierra y cocina indecencias a borbotones mientras el mal desaparece. Estoy removiendo los tiempos para acelerarte y traerte, y unos brazos invisibles están abarcando mi espalda, y ya oigo tu respiración. Dejaré las otras pócimas para más adelante.

Acabo de comprar un nuevo futuro, llegará el viernes a contrareembolso. No sé qué será de mí.

Invoco mareas y precipicios, y ese nudo en tu estómago, no lo dudes,

me está precediendo.


Imagen: J.Turner. Luz y color. La mañana después del diluvio, 1842

11 marzo 2007

Señales de humo














Te estoy enviando señales de humo
pero no quieres atenderlas
y hoy estoy enferma, y tengo fiebre
y es de tanto esperar tu respuesta y no encontrarla
Miro una y otra vez por la ventana
buscando nubes distintas
Ninguna señal de ti
Y me pregunto por qué aún sigo creyendo en imposibles,
en botellas con mensaje que se lanzan desesperadas
al mar, huyendo para que alguien las recoja
(y que, efectivamente, alguien recoge)
o en el aleteo de una mariposa
que puede generar huracanes quién sabe dónde

Hoy tengo fiebre
y es porque te mando señales
y te estás haciendo el despistado
y dejas pasar las horas como si nada.
Tú empezaste esto, no me vengas con cinismos
y parece mentira que creyeras
que todo iba a permanecer igual.
Te anticipo que no va a resultar fácil
y que el tiempo de espera,
como no te espabiles,
tarde o temprano, ambos lo sabemos
llegará a su fin.

Después no habrá mensajes,
ni humo en el cielo
ni citas de domingo, ni brindis, ni flor
que valga
Y un pájaro de muerte y angustia picoteará tu ventana
y te preguntarás mientras te retuerces empapado en ausencias
qué es lo que añoras tanto.

Sabes que hablo de ti
Lo sabes por ese vuelco en el pecho
que sólo aparece en los momentos decisivos
Lo sabes y lo ignoras
Y me pregunto, envuelta en fiebre
y evocando tu nombre
cómo puedes ser tan imbécil.


Me estaba cansando del tono tranquilo y tiraquepuedocontodo de mis palabras. He llegado a plantearme abrir otro blog, como si abriera un nuevo Moleskine, con sus hojas de crema vírgenes aún, para escupir la rabia y este carácter que me sostiene y al que tanto tengo que agradecer. Finalmente, he decidido hacerlo aquí. Supongo que será la fiebre y que, después de todo, no sólo tengo un personaje que interpretar. Supongo que puedo hacerlo. Supongo que quiero hacerlo. Vamos, que sobra tanta explicación. Al fin y al cabo, esta es mi casa ¿no?
¿La foto? Se me olvidaba. La hice yo, si, y sigue siendo de la tanda del Monasterio de Veruela. Me cundió ese día, lo reconozco.

08 marzo 2007

Buceo

Buceo entre mis noches oscuras y busco demonios con los que enfrentarme
Desciendo por las grutas que llevan tu nombre y me asomo a las cuencas vacías de tus ojos
Persigo un rastro, una huella que me conduzca al dolor, para exocizarlo


Pero sólo encuentro flores

Es posible que no esté escarbando donde debo
o quizá sea que ya vivo en otro mundo



Imagen: Fotografié estas calles de mi ciudad cuando no sabía que serían pronto mis calles, ni que esos días traerían tormentas que dejarían a su paso un aire limpio y un cielo radiante. Y ahora que llegan poemas a mis manos, velas al atardecer y onzas con mi nombre de chocolate belga, me pregunto cómo he podido vivir tanto tiempo contenida

04 marzo 2007

Treinta y siete


A mis treinta y siete me pongo los zapatos de matar
y salgo a la calle rompiendo baldosas.

Es cierto que he cambiado de talla, pero es cierto también que otras pagan por hacerlo. Será que tengo el corazón más grande de tanto y tanto querer, de tanto abrir el pecho buscando oxígeno para no asfixiarme, de tanto abrazar ausencias, de tanto asomarme a precipios y estrujar su belleza para no dejarme caer.

A mis treinta y siete, sigo amaneciendo despacio.
Y oigo un llanto de niño recién nacido que se acerca desde el infinito. Me asomo a la ventana, y antes de contemplar el cielo, un velo de flores rojas recién abiertas me cuentan los secretos de la noche. Diminutas gotas de vida que enmarañan visiones, acarician mis ojos y me obligan a despertar.

Suena la música, y sigo bailando. Y este cuerpo, cansado de tanta cuesta en el camino, vibra con los acordes y comienza a danzar. Giro loco que conecta con el otro giro más grande, desde el centro de la tierra donde habitan las llamas eternas, y puede que allá lejos, de tanto y tanto girar, se esté generando una nueva galaxia.

A mis treinta y siete años se amontonan los amigos y las llamadas
Y la Cuchi me ha regalado la noticia de su primer embarazo. Ella lloraba al contármelo. Yo he llorado al escucharla. Y recuerdo, con esa mezcla de nostalgia y alegría, las horas y horas sin dormir, hablando y riendo, cubiertas por una manta, al abrigo de las nieves del Escorial. La casita azul sigue allí, en la plaza del pueblo... ¿qué anhelos poblarán hoy, en esta mañana radiante de sol, las paredes que nos cobijaron? Alguien abrirá el horno, y el olor de nuestro pan recién amasado inundará el salón. Y los cantos de la buhardilla, bajarán sigilosos por la escalera y buscarán un rincón para continuar.

Mejoran mis recetas con el paso de los años, como los buenos vinos con los que habré de brindar, y no hay nada como abrir la puerta tras una jornada de trabajo y respirar en el hogar. Canta un búho desde las nubes. Dejemos que él contemple la creación. Secreta alquimia de ternura y abismo, de misterio que se descifra a oscuras, cuando los cuerpos sólo se visten de luz. Hubo un eclipse de luna llena esta noche mientras dormía, y ya he aprendido a hacer filtros de amor.


Sigo pulsando universos, y provocando tormentas, es verdad

Pero tengo treinta y siete promesas que contarte.

Y treinta y siete rayos de sol

No te los pierdas



Las fotos son mías. La primera es del Monasterio de Veruela, la segunda, del Monasterio de Piedra. Y para todo el que se asome por aquí, a partir de esta tarde habrá fiesta en la cocina. Estáis invitados. Encenderemos treinta y siete velas.

01 marzo 2007

Primavera adelantada

¿Acaso se estremece la tierra con mi paso?
¿Podrá esa nube acercarse a mí?

Comen los pájaros de mi mano, florecen las azaleas tras el invierno.

Expando mis dedos y abarco el universo.
Todo es posible hoy.

Imagen: Azaleas in May on Mount Aso


Y acaba de nacer Trazando caminos un blog comunitario que os recomiendo visitar, lleno de buenos amigos, de buenos deseos, de mucha ilusión