16 marzo 2008

Doble salto mortal

Cuando el niño era niño
era el momento de hacerse esta pregunta:
¿Por qué yo soy yo y no soy tú?
¿Por qué estoy aquí y no estoy allí?
¿Cuándo empieza el tiempo y dónde termina el espacio?
¿No es la vida bajo el sol un mero sueño?
¿No es lo que yo veo, oigo y huelo nada más que el reflejo de un mundo delante de otro mundo?

El cielo sobre Berlín


Desde mi balcón abierto sólo alcanzo a ver el desierto, tras los edificios de gente desnuda, (y nadie se mira, nadie habla), tras los muros, más allá de las vías del tren donde los gatos juegan a inmolarse, tras las autopistas donde dejamos las prisas y las vidas, lejos, siempre lejos, y a la vez tan cerca, el desierto que todo lo invade, como un cáncer o una galaxia, sólo el desierto, sólo, y en mi corazón de arena, los cristales rotos de unos ojos de sucio cielo que seguirán reflejando fraccionada la luz.

No puedo recordar con exactitud en qué momento se secaron las lágrimas, lo que sí sé es que donde antes fluía el llanto aún perduran las flores. Flores de viento, flores del desierto. Eternas y muertas. Abiertas para el desdén del tiempo y del dolor. Y de nuevo, la ya acostumbrada inquietud, la incertidumbre, el vacío de certeza, el desasosiego, este giro imprevisible en la tierra sin caminos desde el arnés de las alturas controlado por un caprichoso dios.

Seguiré danzando en el trapecio, pero no me pidas el entusiasmo de antes, cuando aún pretendía volar. Ven a divertirte si quieres, puedo prometerte una buena función.

Cierro los ojos en el doble salto mortal. Afuera, sólo el desierto.

Mientras ella llora sin saberlo con estas palabras, Damiel se arroja desde el precipicio del cielo y Nick Cave
está preparando su próxima actuación.

No tiene manera de conocer estos acontecimientos


Imagen: E.DEGAS. Mademoiselle La La en el circo Fernando. 1879. Damiel es el protagonista de "El cielo sobre Berlín", el ángel que deja su existencia eterna para vivir su propia humanidad. Una gran película. No sé cuántas veces la he visto.