Lo malo que tienen las lavadoras es que no se ponen solas.
Siempre es el mismo protocolo: hay que mirar el cielo, porque si no tienes secadora, de nada sirve poner una lavadora si luego le va a caer la lluvia, o la nieve, el granizo o, quién sabe, una tormenta de arena. Hay que mirar el cielo, da igual si vamos a poner una lavadora o no. Hay que mirar al cielo. En cualquier caso. Y si vas a poner una lavadora, es imprescindible.
Después hay que recoger la ropa sucia, sin hacer demasiadas preguntas, recoger la ropa sucia y revisar los bolsillos, por si se nos ha quedado algún recuerdo digno escondido entre los pespuntes. Si no es digno, en principio podría parecer que da igual, que se puede perder y tener un idilio con el suavizante. Pero no, aquí, una vez más, hay que aplicar la cordura y revisar. Revisar y rescatar del giro loco del centrifugado las entradas del concierto del fin de semana, o el resguardo de la tintorería, o, si estamos a principios de mes, un billete de 20 euros que nos puede dar todavía algún casto y brevísimo alivio. Hay que revisar. Aunque algunas veces quisiera centrifugar los recuerdos, o pasar por el suavizante el billete de 20 euros, incluso lo contrario, centrifugar los 20 euros y pasar por el suavizante los recuerdos, pero la maldita cordura me atrapa y me ata a esa serie de actos precisos y efectivos que llamamos cotidianidad. Pues eso, que hay que revisar. Sin hacer demasiadas preguntas. Que la locura siempre acecha, incluso entre los pespuntes.
Y dividir por colores. Se hacen dos montones: la ropa blanca y la ropa de color. Pero claro, como no todo es o blanco o negro... ¿en qué montón se pone la camiseta de rayas? ¿Y las sábanas de flores? Y una vez más, lo que podría o debería ser un acto automático por su nimiedad, se convierte en un acto reflexivo, y una vez más todo un circuito neuronal debe ocuparse de decidir en qué puñetero montón se debe colocar la camiseta de rayas, que bendito el día que se me ocurrió comprarla, por no hablar de las sábanas de flores, que luego cuando se apaga la luz da igual si son de flores o lisas y lasas, y oye, la ropa lisa, al fin de cuentas es la que menos problemas da y la que mejor queda ¿no?... Vaya, pues que da lo mismo ponerlas en un montón o en otro, así que salvemos la ropa blanca, la más pura, la que da brillo al tendedero, la que te permite presumir de una buena lavadora o de unas buenas actitudes como ama de casa, que anda las ganas que tengo yo de destacar como ama de casa. Ama de casa. Suena catastrófico. Ama. Amar. Eso suena mejor. Lo dejaré así. Salvemos el blanco, y sacrifiquemos la camiseta de rayas. La bendita camiseta de rayas. Y las sábanas de flores.
Bueno, después de la división, no puedo poner una lavadora. Tengo que poner dos.
La misma faena de otros días. Y me parece oir unas risas debajo del fregadero, sí, del bote de suavizante, pero no puede ser cierto, porque los botes de suavizante no se ríen. Ahora bien, yo la risa, la oigo. Pero no voy a prestarle ninguna atención. No sea que esto de poner lavadoras me afecte más de lo que pensaba.
Finalmente, introduzco la ropa en esa boca gigante que se abre y asusta, que no sabes si se va a tragar tus prendas más intimas, esas que le entregas con una cierta desconfianza, rezando para que te las devuelva sanas y salvas, y sobre todo, limpias. Introduces la ropa, tu ropa, tu querida y amada ropa, pones el programa, cierras la puerta, te incorporas lentamente, recordando una vez más a posteriori que no te has agachado flexionando las rodillas, y ahora la zona lumbar te da un aviso de que ya no tienes 20 años, si, hasta para eso sirven las lavadoras, para recordarte el paso cruel de los años, y, como iba diciendo, cierras la puerta y disfrutas, por decir algo, de ese ruido infernal que produce cuando coge el agua, como si fuera un ogro insaciable muerto de sed. Y dejas que el ogro y tu ropa tengan su viejo romance una vez más, como si de la bella y la bestia se tratara. Te tragas tus celos inconfesables y les permites su intimidad pasada por agua. Su danza circular.
Hasta oir el clik que te devuelve tu colada limpia. Y respiras. Y coges fuerza.
¿Lo más maravilloso de todo?
Que ahora hay que tenderla, (eso si, la saco de la boca del ogro flexionando las rodillas que ya bastante dolor tengo en la espalda) y exponer lo que nunca enseñarías a un extraño, a todo un patio de vecinos.
Y volver a mirar el cielo. Porque siempre hay que mirar el cielo.
Y confiar en que no descargue su furia sobre tu intimidad recién exhibida.
Y me pregunto qué boca de ogro es la que me devora a veces, y me agita, y me centrifuga, y me devuelve limpia, desgastada y oliendo a suavizante, para ser exhibida, durante el tiempo de los rayos de sol, ante un montón de extraños de los que nunca sabré apenas nada, acaso que viven cerca de mí...
Me siento hoy como si me estuvieran centrifugando.
29 septiembre 2006
Centrifugando el instante
Publicado por Paula a las 11:55 a. m.
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19 comentarios:
hola reina de los mares!!!
genial este post...yo también siento frecuentemente que los más cercanos son los mas extraños...el centrifugado es intenso pero corto, así que seguro pronto suena el clik y con él el silencio
muy buen post.
salu2.
Fe en el Caos.
Es solo cuando me pierdo en otra persona
Que yo me encuentro
Que me encuentro
Me gusta tu manera de hablar de lo cotidiano y como acabas relacionándolo contigo y con la vida! Buena metáfora la de la lavadora!
Qué manera más dramática de acabar, Paula... He releído el último párrafo dos veces (así que suman tres) y no he podido salir del centrifugado que me has metido para el cuerpo, para el cuerpo, para el cuerpo, para el cuerpo, para el cuerpo, para el cuerpo...
Pero Paula derrotó al ogro.
Hundió su brazo en el ojo de Polifemo. Y el monstruo se rindió entre lágrimas de lejía y espuma concentrada.
Ahora vigila el olor del suavizante...
Hola Maite...
pues si, a veces, el patio de vecinos es un patio de desconocidos, vivimos demasiado aislados algunos dias
Aperfectcircle, muy bueno tu comentario. Yo también me encuentro a través de otras personas, otras vidas, otras circunstancias
Pies diminutos, todo lo que nos rodea habla de nosotros mismos. Cualquier escena de nuestro alrededor nos está contando secretos. Tan solo hay que estar ahí, abierto, como tú con tus obras de arte, y recoger la información que nos quieren dar.
Le mosquito, qué le vamos a hacer, espero que no te hayas mareado mucho, lo cierto es que hay días que las tareas domésticas me pueden, y no me queda más remedio que desahogarme... Si puedo hacer algo para reparar el mal, no dudes en comunicármelo
Pazzos, de momento, he conseguido cerrar la boca del ogro. Pero ya lo oigo rugir de hambre nuevamente...
Detective, me intrigas a veces con tus comentarios. ¿Cómo se vigila un olor? Jajaja
En fin, bendita lavadora. Gracias por escucharme a todos.
Imaginación, detalles: este texto le habría puesto una sonrisa en la boca a Julio Cortázar. A mí también, y a la par medito sobre algunas cosas. Un ratito. Que la cabeza, como las lumbares, están cargaditas últimamente.
A mi es como si la vida me hubiera estado centrifugando durante todo el último año...espero que ahora venga el suavizante con su textura suave y su perfume...
"Le mosquito, qué le vamos a hacer, espero que no te hayas mareado mucho, lo cierto es que hay días que las tareas domésticas me pueden, y no me queda más remedio que desahogarme... Si puedo hacer algo para reparar el mal, no dudes en comunicármelo"
Me he reído mucho, Paula. Soy el cocinero de mi mosquita, y aunque ella deja la lavadora para sí, ambos "nos ocupamos del mar", ya sabes... También agobiados, a veces, por las tareas de casa.
Sé que un halago, un piropo desmedido puede fastidiar el espíritu creativo y generoso de cualquiera, pero no me queda más remedio que revolotear gritando:
"¡Esta Paula tiene una pluma de oro y un corazón de New Pool!
Siempre me prengunté qué había más allá de la boca del ogro, y tengo una quimera.... si alguna vez metes la cabeza y descubres el país de los calcetines perdidos, avisa, quiero explorarlo también.
Saludos
Hoy, 2 de octubre de 2006, zarpó de puerto desconocido una embarcación sin bandera que la identifique: SHANGRI-LA. DERIVAS Y FICCIONES APARTE.
Francisco, me siento muy halagada por tus palabras: ponerle una sonrisa a Julio Cortázar... Lo que me gusta es que sonrías tú. Y entonces sonrío yo, y todos los que nos visitan...
Patus, como decía Maite, lo bueno de la centrifugadora es que dura poco, es intenso pero termina y después viene el silencio
Le mosquito, yo también me he reido con tus palabras... ¡y mucho!! gracias por los piropos, nunca están de más
Kam, bienvenido y no lo dudes, si descubro el país de los calcetines perdidos, avisaré
hola paula!!! pasate por desconvencida, su post de hoy habla de Ray Loriga y pide opinión a quien viera el programa de la 2, comentabas (no me acuerdo donde) que lo viste, creo que en detective??? uff, no son horas, me voy a dormir...
Yo siempre olvido en algún bolsillo un pañuelo de papel doblado.
Cuando tiendo la ropa y veo sus restos, como nieve, recuerdo que tuve que usarlo.
Hola lamima¡¡
Bienvenida por estas tierras, que son las tuyas.
Bonita frase, "Cuando tiendo la ropa y veo sus restos, como nieve, recuerdo que tuve que usarlo"
A veces está muy bien recordar que hemos llorado
Estoy totalmente de acuerdo con el comentario de Francisco Ortiz. Además, leyendo tu post me he visto totalmente reflejada... ¿Cuántas veces habrá engullido esa máquina infernal alguna de mis braguitas preferidas?, ropiéndose después, para colmo... Por cierto, yo le pondría un final terrorífico a tu precioso cuento: ¡¡¡¡LA PLANCHA!!!!
Si, viri, lo de la plancha lo dejé para otro post, tú y yo sabemos, por lo que cuentas, que merece un capítulo aparte
Mil gracias por tu visita, un placer tenerte por aquí
Hola que tal soy Marta, por casualidad he llegado a tu blog y he de decir que me ha gustado bastante, ya que soy muy aficionada a la fotografía erótica amateur, y a los relatos eróticos. Yo también tengo un blog de temática erótica, si quieres conocerme mejor no tienes más que visitar el enlace que te he dejado abajo.
Porno Casero Amateur
Te animo a seguir publicando.
Besos.
Marta.
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