Hay un desierto en el mundo donde las metralletas no duermen.
Hay un helicóptero que se dirige a Uzbekistán en busca de consuelo.
Hay un cielo que se cuaja de estrellas y llora ante la miseria. Pero en el desierto las lágrimas se secan altivas, y las tormentas que se avecinan son de arena y arañan la piel como un gato herido.
Hay una distancia, y luego un abismo, y luego una voz que grita.
Hay unas manos que reparten comida, y taladran carreteras, y quitan los mocos a los huérfanos. Y cuando llega la noche, teclean escondidos buscando un rincón en el mundo donde la luz de otros es tenue, y suena Frank Sinatra y quieren bailar, pero las balas pesan demasiado, y el uniforme también, y los viejos recuerdos de pérdidas fluyen, pero son dulces a veces y consuelan. Al menos los primeros 3 segundos.
La hélice está girando, y dicen que los italianos están teniendo problemas.
Y esta noche los racimos de deseos no podrán abrir la casita que espera al pie de la playa, vacía sin el aroma tan familiar, tan amado, añorando el reencuentro húmedo de la piel del mar.
Las manos olvidadas tienen voz. Y tienen pañuelos para consolar a otros. Y tienen caricias a punto de explotar, pero están muy lejos, y apenas me llega la conciencia, y el tiempo cotidiano para saber de su existencia.
Hay un soldado que grita, y sabe que sus manos no deberían obedecer todas las órdenes.
Hay un soldado que llora, lejos, bien lejos, mientras cruza la frontera. Y sus lágrimas golpean hoy la arena de mi corazón y si sigue así me van a crecer flores en el pecho.
Hay un soldado que a veces ríe, y su risa entonces se convierte en la esperanza del mundo, de la vida, y atraviesa el desierto y golpea mi ventana y le hago un hueco aquí, entre las flores, para que se acurruque y duerma soñando con su pequeña casita al lado del mar. La pequeña casa que nunca será mía.
Y su risa y la mía se unen, y sus lágrimas y las mías se mezclan y puede que hoy llueva lejos, allá lejos, cerca de Uzbekistan.
Y luego amanece, y el mundo sigue en pie, como ayer.
Hay muchos desiertos donde las metralletas no duermen por la noche. Quizá demasiados.
Pero hay un soldado que trabaja para mí, y mientras él gira la hélice yo afilo mis tacones.
03 octubre 2006
Hay un desierto
Publicado por Paula a las 11:15 a. m.
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24 comentarios:
Muy buen texto, otro más. Con muy buen ritmo y muy profundas sensaciones. Fáciles de compartir. Me quedo con esta frase tan recordable: "Hay un soldado que a veces ríe, y su risa entonces se convierte en la esperanza del mundo."
Hola Paula.
Entrañables palabras de recuerdo, afiladora.
Y acabo de borrar lo escrito porque temo resbalar en desiertos que, pardiez, desconozco.
El desierto es la palabra.
Paula, es una delicia leerte, como siempre, tus textos me dan paz y reposo, no sé bien porque... me ha encantado como muestras la cara humana de los soldados, y me uno a la alabanza sobre el perfecto ritmo que has trazado. Un abrazo!
totalmente de acuerdo, traspasas mi pantalla y me transmites una serenidad impresionante!!!
un beso
Paula, te felicito por el texto que has escrito. Su poesía es impactante y cruda, es fría y caliente, como lo son los desiertos.
Abrazos.
Paula, muchas gracias por tus comentarios. Eres un encanto.
Tu blog es como un refugio para descansar y tomar un aliento nuevo. En este post me ha gustado mucho la frase "Hay una distancia, y luego un abismo, y luego una voz que grita". y me sugiere que no hay distancia lo suficientemente grande, ni abismo lo suficientemente profundo que pueda resistir un grito lo suficientemente fuerte...
Hay (habría, quizás) que procurar restar peso a los uniformes, de manera que las lágrimas se hagan, también, más ligeras.
Quizás...
Francisco, hola, si es cierto, hay personas que, por su profesión o por su situación personal, salvan el mundo cada vez que sonríen. Supongo que cada uno de nosotros también, pero puede que se nos note menos...
Javier, yo también desconozco esos desiertos, tan sólo tengo pinceladas, y por eso esto es un esbozo, nada más, un pequeño boceto de cómo debe ser la vida allá tan lejos
Leo, no sé si el desierto es la palabra, lo que sí sé es que hay quien vive y malvive en los desiertos. Bienvenido
Pies diminutos, lo cierto es que a mí, personalmente, se me olvida en muchas ocasiones la humanidad de muchos seres vivos. Me gustaría saber que detrás de cada soldado hay una persona que llora, grita y ríe, y de cada niño, y de cada inspector de hacienda.
Maite, no lo dudes, disfruta a tope con la serenidad, no siempre es fácil conseguirla
Hugo, no sé cómo son los desiertos, nunca he vivido en uno. Hablo por lo que me cuentan, por las emociones que me inspiran, y por los silencios que otros transmiten. Pero si podemos conectar con otras formas de vida, qué bueno ¿no?
Memento, bienvenida, y lo dicho, mucha suerte con tu blog. vuelve cuando quieras.
Chema, ojalá todos los gritos sean escuchados. Bien sabes que yo también quiero pensar que es así como dices, pero hay abismos tan grandes a veces...
Le mosquito, habría que cambiar el mundo para que las lágrimas fueran más ligeras. ¿Lo intentamos?
Gracias a todos por vuestra visita. Me encanta teneros por aquí
No hace falta vivir en un desierto para saber como son. Calientes en verano y fríos en invierno -igual ocurre con el día y la noche-, además de muy secos y extremadamente atractivos (bajo mi punto de vista lo último). También depende su clima de la latitud en la que se encuentren y otros factores, pero son lugares bastante extremos. Esto es pura geografía, aunque se puede hacer poesía de ello. La vida está llena de metáforas.
Saludos y sigue haciéndolo tan bien.
Vaya, vaya, esas palabras dicen mucho de la validez de la autora, seguro. Yo me he sentido llamado a filas al leerlo.
Te has lucido. Me encantan esas frase cortas como disparos
me quedo con todo pero sobre todo con esto: "Y cuando llega la noche, teclean escondidos buscando un rincón en el mundo donde la luz de otros es tenue, y suena Frank Sinatra y quieren bailar".
me ha encantado este texto. saludos!
Muy buen escrito Paula, lanzas cada frase con mucha fuerza.
Vivimos entre demasiados desiertos que no duermen de noche.
Que hermoso texto. Que fuerte.
Las metralletas nunca duermen, es desconsolador.
Un beso
Hola Paula, he llegado aquí a través del blog de Axel, vi tu comentario en él y quise venir a conocerte, y aquí me quedo un ratito, con tu permiso, para seguir leyéndo tus maravillosas palabras...
Un abrazo.
Ay, Hugo, que razón tienes. La vida es una metáfora, y hay tantos desiertos. Ahora, en una cosa estoy totalmente de acuerdo contigo: a mí, los desiertos, me fascinan. Desde niña. Espero en breve visitar el del Sahara. Y no quisiera morir sin ver el polo sur, ojalá lo consiga.
Detective, leer estas palabras de ti me saca los colores. Mil gracias.
Dopel-dobel, si, esa frase a mi también me gusta, básicamente porque me identifico mucho con ella: a veces yo también busco luces tenues ajenas donde poder bailar y desconectar del desierto donde vivo
Gaia, demasiados desiertos, demasiadas metralletas, demasiadas lágrimas...
Lamima, a mí también me parece desconsolador pensar en tantos conflictos bélicos actualmente, tantos, demasiados. Y dicen que nos estamos civilizando. Bienvenida, un placer que la gente de la tierra vayamos conectando
Blanca, bienvenida tú también. Quédate todo el tiempo que quieras, y vuelve, y cuentame, y déjame que yo también te visite...
Un abrazo a todos
Hola Paula,
Vine agradecer tu visita y me encuentro con Le Mosquito, un buen amigo!
Tenés un blog muy bueno, te felicito :o)
Continuamos nos leyendo, ok?
Saludos desde Río,
Muy bueno este texto...
saludos.
Maldices lo pesado de esta hora
Mas ya no sientes las ganas de estar
Si te escondes das bostezo de abulia tambien
Desiertos de lados transparentes
Mauricio, tus collages me han gustado tanto que estás en la lista para no perderte... Un abrazo y bienvenido
Aperfectcircle, gracias por tus palabras
Desiertos de lados transparentes...
Un abrazo para ti también
No tengo nada en contra de las mujeres, Paula, de hecho no me importaría ser una de vosotras, pero tendré que dejarlo para mi próxima vida... :-) ¡Felicidades por tu texto! Ya sabía yo que aquí iba a encontrar petróleo.
Ay memento, no sé de dónde saqué o cómo deducí tu género, está claro que me equivoqué... Mil perdones. Te doy las gracias por tu visita y por tus palabras, y por favor, si encuentras petróleo, espero que compartas los beneficios conmigo...
Bienvenido entonces, memento, vuelve cuando quieras, yo voy a ser una asidua de tu blog
No te preocupes, Paula. Más que ofenderme me ha divertido.
Me encanta compartir, así que no hay problema :-) Por cierto, me ha venido a la cabeza una peli española de los años 50 sumamente divertida y que se llama "Aquí hay petróleo"
Admirable este poema, Paula... y qué bien incluido Frank Sinatra!
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