Doy una vuelta más y se enredan mis piernas entre las sábanas. En la ventana, en las flores y en los pájaros, la claridad se despierta.
Y yo, sin querer amanecer me expando, para sentir otra vez lo que sienten las hojas perdidas cuando reciben el rocío. Lluvia de besos de anoche, todavía quedan algunos colgando de la lámpara. Y los secretos que se susurran al oído están celebrando su parto prematuro.
¿De dónde vinieron las nubes? ¿De qué charco, de qué océano se evaporó su esencia para condensarse tan altas?¿Qué viento silbante las convenció para cuajar y encapotar mi cielo?
Pero es el cielo el que ha caído sobre mí, y su bóveda ahora rezuma ternura sobre mi almohada. Y los besos de anoche aún me están besando. Y me sostienen la espalda para que pueda levantarme y flotar sobre la alfombra. Para que los dedos de mis pies también sean besados. Para que no se pierdan el milagro, ni la gracia, de la posesión en volandas de la sangre galopando a borbotones por la excitación. Para que la ligereza se mantenga, y pueda dar saltos evaporados hacia la mañana.
Han llovido besos sobre mi pelo, y ahora se alborota enajenado al quererlos encontrar de nuevo entre sus raíces. Y un eco aliado está resonando todavía en mi cabeza su roce, el roce de los besos, contra la piel. Leve contacto humedecido que presagia el olor de la tierra calada. (Y las flores germinarán). Han llovido besos en mis mejillas, en mis orejas, en mi cuello y podría asegurar que su influjo está mutando el color de mis ojos. Y mi forma de respirar.
Han llovido tantos besos que de sus diminutas llamas nacieron fuegos artificiales. Dicen que se vieron a más de 100 kilómetros a la redonda y que hubo quien creyó que era año nuevo. Yo estaba ajena a todo este tipo de informaciones, y los recibí como si la lluvia fuera eterna y se fuera a instalar en mí, ansiosa y expectante, como si el cambio climático, en lugar de acercarnos a una sequía inminente fuera a regalarnos miles de gotas fértiles de dulce agua, cayendo en una constancia chispeante que alegra el alma.
Pero la lluvia, como la noche, se escabulle entre los dedos y nos deja la claridad.
Y una ansia de labios hinchados, llenos de una esperanza que no se puede olvidar. Estómago revuelto que aún digiere el anhelo, y el temblor en las manos, y en las otras entrañas que confiesa la absoluta necesidad de repetir y que una vez más, no voy a ser capaz de dosificar la medida justa que no crea dependencia.
Me asomo al cielo. Amenaza la lluvia
27 octubre 2006
Resaca de besos
Publicado por Paula a las 9:20 a. m.
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23 comentarios:
Las noches de lluvia de besos suelen ser el preludio de cosas más carnales...
Es hora de que te refugies de las banalidades, y te quites la gabardina azul para dejarte mojar por esos besos tristes, desolados y desinteresados...
Eso si, conozco de ciertos lugares donde sólo llueven besos.
Precioso
A.-
Me voy este fin de semana fuera, así que no podré responder vuestros comentarios, (exceptuando el tuyo, Andy, mil gracias)
Espero que no me eliminéis de vuestra lista de contactos, entonces, más que lluvia, caería una buena granizada en mi corazón
un amanecer envidiable.
hay un cierto perfume en la cama.
Sugerente y embriagador. Parece tan real que puedo sentir tus palabras. Pura poesía.
Abrazos.
No tomes ningún Alka Seltzer para aliviar esa resaca, pásala a pelo...
Que disfrutes el fin de semana y los besos, por supuesto.
Abrazos
Bendita lluvia de besos...
mándame esas nubes cuando puedas!
Saludos!
"Han llovido besos en mi pelo..."
Suficiente...
Hermoso...
Que estés bien, nubecita.
Feri
Los fuegos artificiales iluminando el encapotado cielo hassta el Moncayo me dijeron que eran el fruto de sus besos en tu pelo.
No les creí y ahora me asomo al cielo con la esperanza de que amenace lluvia y pueda volver a verlos, al fin y al cabo les debo una disculpa.
Hola Paula
Estoy muy sorprendida con tu página. Tu escritura es tan sugerente y dulce como tu voz. Tus frases no desmerecen nada de las de muchos señores con su nombre enlas portadas y pienso que deberías lanzarte a plublicar. Y lo digo en serio. Hasta la maquetación, sencilla, clara y sin deslubramientos fosforescentes de la págima me gustan. Felicidades. Reyes.
Cuanto bueno hay dentro de quien despierta resacoso de besos.. que venga la lluvia a refrescarlos!!
Hermoso lo que escribes Paula me encanto, toda esa magia que le imprimes es único.
Saludos bella.
Vaya, casualmente también escribí yo ayer unas líneas sobre los besos, aunque con mucho menos arte que tú :-)
Lindo, compañera, tiene mucho ritmo. Quién pudiera inundarse de una lluvia de besos...
Un saludo.
Un relato que respira y desprende ternura...
Me quedo con la frase "Han llovido besos sobre mi pelo"
Te dejo saludos...
Usando y haciendo un rebujito con frases de tus dos últimas entradas, puedo decirte que mis piernas se enredan donde se esconde el tabaco.
(¡Atjum! ¿cuando dejaré este pugnetero vicio).
Abrazos, querida Paula.
Me agrada la sugerencia al escribir que tiene.
De vuelta por aquí veo que esta lluvia de besos nos ha inundado un poco a todos... (bendita lluvia)
Prometo no tomar nada para evitar la resaca, seguir disfrutando todo lo que pueda de ella y tirar el paraguas lo más lejos posible de mi alcance, no sea que vuelva a llover...
Un abrazo a todos y gracias por la compañía y por vuestros comentarios
muy bonito...
Relato muy lindo....ojalá todos lo dias fueran asi.
Linda semana
No me gustan los días lluviosos,pero si lo que traen a nuestra vida son aguas como las que has descrito, ¡bendita lluvia!
Vuelvo a decir que me encanta como escribes.
Un saludo.
Soleil, bienvenida. Me alegra que te guste...
Mauricio, pasa tú también una buena semana
Gubia, la lluvia es tan necesaria... Sin ella, todo termina secándose.
Un abrazo a los tres
Las hipérboles, a veces tan necesarias y que ayudan tanto a entender lo que nos pasa.
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