14 septiembre 2006

Ya llega el otoño


Ya llega el otoño, y con él, el nuevo curso.
Aunque también podríamos decirlo al revés: ya llega el curso, y con él, el nuevo otoño.

Por fin, la lluvia y su olor profundo a tierra mojada, que no deja de sorprenderme en la ciudad. Y el verano que queda atrás, un año más, con su aletargamiento, con sus calores y con su lentitud.

En esta época se activan en mí los recuerdos del colegio, de sus enormes pasillos, de mis viejas amigas ahora convertidas en madres, de los instantes previos a que empezara la primera clase, de la nueva profesora vaticinando todo lo que habríamos de aprender y todo el trabajo que quedaba por delante. Un reto que me fascinaba. Había un olor único en el aire, un olor a nuevo en todo lo que me rodeaba, un olor a cuadernos sin estrenar, a lápices sin afilar y a esas gomas que olían a nata y borraban tan mal, a los zapatos de piel, al uniforme, y el mejor olor del mundo, ese que no se me ha olvidado con el paso de los años, ese que evoca todo lo que está por descubrir, que me trae el porvenir y lecciones nuevas: el olor de los libros recién comprados... Nada comparado con eso (bueno, quizá, el olor profundo de los bosques). Era un año mayor y ese mundo misterioso de los mayores parecía una meta a conquistar. Y una inocente pregunta me excitaba y me mantenía en una dulce tensión: ¿Qué aprenderé este año?

Porque claro, socialmente celebramos el año nuevo a finales de diciembre, pero yo, supongo que en un mantenimiento forzoso de mi rebeldía adolescente, digo que el año empieza en septiembre, con el curso. Da igual que estudiemos o no. Los chinos dicen que el año empieza en la primavera, y tiene sentido, que es cuando todo lo que está apagado, o durmiendo, empieza a despertar, y se ven esos brotes verdes donde antes había palos secos y una emoción juguetona aprieta el alma... tiene sentido, sí.

Pero para mí, el año empieza ahora. ¿Por qué no? Para mí estas fechas tienen más rituales que todas las navidades juntas. Y la casa se viste de telas cálidas para los días más fríos, y se rescatan las chaquetas, los calcetines de lana y las botas altas. Empiezo a pensar en sopas calentitas, y todo un despilfarro de nuevos proyectos e ilusiones empiezan a desfilar por mi mente. Y pongo en orden las estanterías, y los archivos de mi ordenador, y dispongo la agenda para nuevos encuentros...

El año nuevo empieza ahora, con los libros nuevos. Con la vuelta al trabajo, o al curso que estemos cursando, o al gimnasio en el que estemos entrenando. Con los zapatos por estrenar, y el uniforme. Empieza ahora, y este viento fresco que ahora se cuela en mi casa, después de la tormenta, así me lo confirma, susurrándome al oido, como si de mi nueva profesora se tratase, el vaticinio de todo lo que he de aprender de este mundo misterioso de los mayores.

Y me trae esa vieja emoción de futuro, cuando todo vuelve a empezar...

13 comentarios:

El detective amaestrado dijo...

Ya sabes, a hacer bien los deberes y a aprovechar el tiempo. Venga, hala, a clase. Y no aceptes caramelos de desconocidos

neoGurb dijo...

Estoy de acuerdo, Paula. El año comienza con el curso.

Y chungo el día que ya no queramos aprender...

Breo Tosar dijo...

"...y el mejor olor del mundo, ese que no se me ha olvidado con el paso de los años, ese que evoca todo lo que está por descubrir, que me trae el porvenir y lecciones nuevas: el olor de los libros recién comprados... Nada comparado con eso (bueno, quizá, el olor profundo de los bosques)."

Curiosa coincidencia: los libros proceden de los bosques.

Javier López Clemente dijo...

¡Feliz Año Nuevo!

Paula dijo...

Hola Detective... Bien sabes que si no aceptara caramelos de desconocidos no podría hablar con vosotros. Por suerte, los caramelos virtuales por lo general no son dañinos y saben bien ricos

Neogurb, completamente de acuerdo, chungo el día que no queramos aprender...

Breo tosar, no me había dado cuenta de esa coincidencia, lo cierto es que, junto con el de las rosas, son mis olores favoritos: los libros nuevos, el bosque, las rosas... ¿se puede pedir algo más?

y a ti, Javier... ¡feliz año nuevo!!!

Gracias a todos.

pazzos dijo...

La primera línea del cuaderno recién estrenado procuraba escribirla con esmero prometiéndome que ese año aquella libreta sería un modelo de orden y claridad. No había terminado la primera clase y ya estaba pensando a que chica de letra pulcra iba a tener que pedir aquel año los apuntes. Y sigo igual.

Anónimo dijo...

los nervios en la tripa el último dia de las vacaciones...una sensación que perdura en algunas ocasiones, inolvidable el primer dia de cole...

Paula dijo...

Hola Pazzos. ¿Sigues igual? ¿de veras sigues igual? Gracias por tu visita.

Maite, es cierto, los nervios en la tripa... inolvidable el primer día de cole. Gracias

pies diminutos dijo...

Me encanta volver a las clases, a la rutina, a los amigos, a las bufandas,... Me encanta el otoño!

Alberto dijo...

Me encanta el olor de los libros nuevos, y qué me decís de pasarte toda una tarde forrándolos?? y agujererar esas burbujitas que quedan cuando no has apretado bien el forro, poner el nombre en cada libro con una etiqueta blanca. Me gusta esta época, las tardes se hacen cada vez más cortas, ya hace unas semanas que lo noto, espero con ganas esos dias de febrero en que las tardes vuelven a alargarse y el sol parece no querer marcharse.

Paula dijo...

cPies diminutos y Alberto...

veo que compartimos ese gusto por estas fechas deliciosas del año, por todo lo que significan, por las sensaciones que se despiertan...

¡viva el otoño!!!

y gracias por la visita a los dos

axel dijo...

si ha llegado el otono!!!! y con ella el olor de la tierra mojada, y lo digo proque aqui esta lloviendo... me agrado tu blog y lo que en ello escribes y das a conocer tus pensamientos.

un saludo y estare de vuelta por tu blog

hasta pronto

Paula dijo...

Gracias por tus palabras, y por tu visita, axel

Estaré encantada de que vuelvas, será un placer

Hasta pronto, entonces...