He cerrado con llave la casita azul.
Y la luz dulce del atardecer estaba tiñendo tanto de oro las paredes que no me queda más remedio que imaginar que van a convertirse en mi ausencia en el manto dorado que un día recubrieron las pirámides de Egipto.
He cerrado la puerta. Y sé que he de regresar y empaparme de ese oro de la tarde muchas otras tardes más. He de volver a amasar el pan y al deleite de las noches de amor y helado de vainilla.
Pero hoy estoy aquí, en la estación
Y quiero coger un tren, rumbo a un destino que no conozco.
Aun estoy aturdida viendo los trenes ir y venir. Unos aparecen de pronto, lejanos como un punto perdido en el horizonte, naciendo de tan lejos que los mapas que conozco se terminarían y no encontraría su procedencia. Y otros se alejan tanto que me asusta no llevar suficiente batería en mi equipaje de mano.
Y sigo viendo los trenes pasar. Sin saber todavía cuál me está esperando. Yo también estoy esperando la señal, y tengo mi mejor vestido puesto, y las flores que lo adornan están tan exultantes que la primavera debería despertar.
Y una vieja música, la de Bach, suena, aunque todo esté en silencio. Siempre, siempre suena Bach, lo decía un amigo mío, aunque no se le oiga. Y las voces de los niños que saltan de júbilo se mezclan con mi excitación antigua, con la ansia de descubrir si sabré por fin, cuando el viaje concluya, de dónde vengo y cual es mi destino.
Acabo de subir a este tren, rumbo a un destino que no conozco. Lo he tomado por el aroma a incienso de sándalo, que mezclado con el de las flores de mi vestido embriagaba hasta morir y por las sonrisas de las azafatas, que, por una vez en la vida, parecen satisfechas con su trabajo. Y porque los asientos parecen tan mullidos que es posible que aguante hasta el final del trayecto quieta y sin rechistar.
Aunque hay buenos presagios, no he preguntado adónde se dirige.
Pero sé que allí, en el destino al que voy, hay rincones donde noviembre acaricia con la nieve las tejas que cubrirían felices nuestro balcón. Y la lluvia sabe a fresas, y las noches son tan largas que es imprescindible ocuparse de hacer un buen fuego.
Si quieres, puedes encontrarte con las raices profundas de los cedros centenarios, y de ahí unas manos mágicas te llevan a sumergirte en los fondos abisales de los océanos a conocer criaturas que aún están por descubrir.Yo voy a hacerlo, estoy decidida. Y después, ¡ ay después!,
daré un salto tan grande, tan grande, que el águila que habita las cumbres más altas me recogerá con sus zarpas y me invitará a cenar en su nido.
Y aprenderé de ella a ser libre. Y a estar alerta. Y a agudizar la vista. Y a cazar ratones. Que para eso me voy de viaje, para conocer otras vidas.
Y con mis alas desplegadas, y mis raices alimentándose del fondo del mar, donde ya no naufragan los barcos, grande, expandida, crecida de mí como las avalanchas naturales del deshielo que traen buenas nuevas, volveré a la dulce casita, a nuestra dulce casita azul
a soñar entre tus brazos
con trenes que me llevan lejos, muy lejos de aquí. Rumbo a mi destino.
10 octubre 2006
Un tren
Publicado por Paula a las 11:44 a. m.
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21 comentarios:
Tu dulce viaje alienta el mío. Impulsa el péndulo con más fuerza para dar nuevamente con ese sol, el mismo que saluda tímido acá en Valparaíso.
Saludos
Tanino
Por muy mullidos que sean los asientos, el viaje en tren es ideal para levantarse, recorrer de principio a fin la serpiete de acero, mirar por todas las ventanas, fantasear en el bar, meadita kilometrica entre va y ven y huir, sólo huir del revisor.
Un abrazo
Hola Paula, gracias por tu visita y solo decirte que me encanta como escribes. Ha sido bonito descubrirte.
Me gustaría a veces coger un tren también y no saber adónde me lleva, saltar de él en marcha, perderme y encontrarme en algún paraje y ciudad de los que nunca oí hablar.
Los trenes que se cogen con el corazón siempre llevan a sitios hermosos.
No debe haber nada mejor que dejarse llevar por ellos.
¡Que suerte de viaje...y retorno, enriquecida y radiante!
tengo una anecdota que contarte acerca de un viaje en tren...
un placer haber visitado tu pagina y que hayas dejado un pedazo de tu corazon en la mia!!!
que musica te gusta??? has escuchado a lorenna mackennitt es canadiense creo que talvez te gustaria su musica
besos
Simplemente genial, acaricias los sentidos y matizas con pinceladas dulces y profundas cada emoción.
A mí también es el post tuyo que más me ha gustado, ¿casualidad?
Abrazos.
("Siempre, siempre suena Bach, lo decía un amigo mío, aunque no se le oiga")
Esos trayectos que no sabems a donde nos llevan, y que por eso precisamente nos entusiaman tanto...Tu texto derrama belleza, abrazos con sabor a ticket de ida sin vuelta
Dios Mio Paula...la foto de la estación de Delicias...
Hablando de Bach...
Y te gusta Adriana Varela, y el polaco... y estoy escuchando ambos...
Y vivi tres años en zaragoza... ¿que hiciste escondida todo este tiempo?
"a soñar entre tus brazos con trenes que me llevan"
Me encantaria encontrar el modo de llegar a vos, a pesar de la distancia...
Tu poesía es una música... una musica casi carnívora... se come tu cabeza y te deja solo espacio para disfrutar.
Me vacía la mente.
Me encanta tu blog. Me parecen deliciosos los pics, y este ultimo post es alucinante...
pasate por "casa" cuando quieras... tenemos mate...
Un beso
A.-
pues parece que nadie tiene en cuenta que muchos trenes no tienen adonde tienen que llevar... Vaya, parezco los nuevos anunciosn antidroga, horror!
Muy lindo anyway!
Tanino, bella imagen la del péndulo que cruza el mundo. Bienvenido a estas tierras
Javier, no estoy de acuerdo contigo. En un tren lo mejor es desparramarse en un asiento bien mullido, al lado de la ventanilla, ponerse los cascos con la música que te haga disfrutar en ese momento y ver los paisajes pasar, y pasar, y pasar...
así hasta llegar al destino. Un abrazo
Gubia, a mí también me gusta cómo escribes tú. Tienes un blog que derrocha delicadeza...
Francisco, yo ahora mismo, es una de las cosas que más me apetecen hacer. Coger un tren rumbo a quiensabedónde y disfrutar del trayecto...
Lamima ojalá sea cierto y el regreso sea así. Ya veremos. Y ya te contaré...
Axel, Lorena Mackennitt me recuerda mucho a los campos de castilla. Supongo que será por los múltiples viajes que hice en coche hace algunos años desde madrid al sur, con ella cantándome a todo volumen. Cuenta la anécdota cuando quieras, estoy intrigada
Hugo, a mí lo que me gusta es la foto de la lavadora que has puesto en tu perfil. No sé si te habrás dado cuenta, pero se te ha colado un "visitante" dentro. Parece simpático de todas formas... Un beso.
Detective, que buena es la sensación de tener un billete en la mano, ¿verdad? El olor presagia futuros nuevos. Yo también te abrazo.
Andy, parece que te ha dado un ataque de entusiasmo. Me alegra mucho que te guste el blog, he visitado el tuyo y me ha gustado también, qué cosas. Lo que puedo decirte es que la foto es de Atocha, no la tomé cuando me fui este finde, la tomé cuando volvía, que había mejor luz y menos gente... Bienvenido, y ¡que suenen los tangos!!!
Txe, es cierto que hay trenes que es mejor no coger. Por eso hay que estar atentos a las señales, para no equivocarnos y llegar a un destino no deseado. Un beso
Bueno, pues gracias a todos por los comentarios.
excelente post..
excelente relato...
gracias x el paseo.
Salu2
Chao.
Sobrecogedor.
la sencillea, el ritmo y la pasión habitan en tus palabras.
Saludos
Definitivamente, hay trenes que hay que coger...
Eres la dulzura tamaño blog, en serio, tus textos me traen tan buenas sensaciones, me parecen de un fineza tan genial...
Besos viajeros para ti.
El tren es mi medio de transporte preferido con diferencia.
Nos leemos, Paula!
Aperfeccircle, gracias por tus palabras.
A ti también, Heriberto
y a ti, Jose Antonio
Desconvencida, yo también lo creo, hay trenes que hay que coger...
Pies diminutos, te echaba de menos, y claro que sí, nos seguimos leyendo, como no...
gracias a todos por los comentarios y por las visitas...
En todos los trenes tengo que buscar el globo azul que se quedó prendido en el techo. Fue un día de verano de pantalòn corto y cinco duros de corte de tres sabores.
ay, todavía recuerdo esos cortes de cinco duros
qué mala estaba la galleta, por dios
jajajaja
un abrazo
He cerrado con llave la casita azul.
Parece un final para el grupo la casa azul!! noo!!
Jeje, solo una interpretación de la frase, :P
Gracias por tu comentario en mi blog, el otro dia fui a un bar y pusieron la canción de enero en la playa y me emocioné, :), un gran grupo!!
Si, Blanch, facto de la fe y las flores azules es un gran grupo, con esas voces y esas letras...
un abrazo
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