26 enero 2008

Moriré de pena cualquier tarde

Las palabras fueron avispas
y las calles como dunas
cuando aún te espero llegar
En un ataúd guardo tu tacto...

La chispa adecuada
Héroes del silencio


Moriré de pena cualquier tarde
dejando la casa recogida y el telón bajado
Vendrán a buscarme
en un carro de luz y oro mis ancestros
envueltos en guirnaldas de resplandeciente amanecer
para llevarme entre cánticos
al lugar donde no habré de sentir las ausencias
como puñales de fuego
ardiendo en mi corazón

Celebrad una fiesta cuando me haya ido
decid que era buena inventando cuentos
y que las lágrimas que ignorábais
siempre estuvieron de más

No habrá de importarme

Dicen que el cielo es en verdad un desierto
hecho de abismos donde se precipitan los sueños
en una caída sin fin
para aquellos que amamos con desmesura
con el acelerador apretado y las manos abiertas
y quisimos ver más allá del escenario

Quizá en el olvido esté la salvación

Brindad por mí en ese tiempo
con el ánimo resuelto y el honor intacto,
que el amor, las pieles, y las infinitas noches
con el guión en blanco
me los llevo yo

Moriré de pena cualquier tarde...



Imagen: O. REDON. Ofelia. 1900-05. Pastel sobre papel y cartón. Ya sabes, todo arde si le aplicas la chispa adecuada.

20 enero 2008

Esto está muerto, cariño

La canción que el viento silba de noche
nunca escalará la listas de éxitos:
llegar para marcharse en el aire
siempre es un fracaso
Jesús Jiménez


Cae el tiempo sobre nosotros
como los bloques de hielo
que rompen la tierra

Ahora hay que programarlo todo
hacer hueco en la agenda.
Concretar la manera, el día, el lugar
y confiar en que no surgirán imprevistos

Nos absorbe la vida, o quizá la muerte
con un tornado que no vimos llegar

Ya no recorremos las calles
en aquel coche viejo
a las tres de la mañana
con las ventanillas abiertas
y la música ensordeciendo el corazón
Nos tragábamos la ciudad (¿recuerdas?)
el ron y las salivas sin darnos cuenta
de que siempre hay una grúa
dispuesta a cambiar el pavimento

Me pregunto dónde perdimos
la improvisación
Dónde nos abandonó lo espontáneo
lo que surgía sin más

Hoy pedimos permiso al pasado
para podernos mirar a la cara
Escuchamos el ronco lamento
de las heridas que nos gobiernan
y cuestionamos el presente a su trasluz

¿Cómo pudimos dejarnos vencer así?

¿Cómo?



Imagen: R.MAGRITTE. Eternidad.1935.

07 enero 2008

Arbol genealógico, de Elena Medel

La poesía sana. Entra en las venas y altera la circulación. Llega al corazón, lo convulsiona y le recuerda que, si late, es porque está vivo. Deberíamos leer más poesía. A Elena Medel, a Luis Cernuda, a Manuel Vilas, a Rimbaud, a Jesús Jiménez, a Garcilaso de la Vega... Definitivamente, creo que todo sería distinto si leyéramos más poesía. En voz alta, para que el corazón escuche. Bien o mal, qué importa, las palabras se encargan de devolvernos la vida, de reintroducirnos de nuevo en el fluir cotidiano, en el hechizo de ese profundo mar en el que navegamos, naufragamos, y somos rescatados una y otra vez por las firmes y rotundas manos de una presencia que nos niega, desde un abismo imposible y certero, su rostro. Si es que existe.
Y seguimos vivos.
Porque de eso se trata... ¿no? De estar vivos.

Gracias Javier, deseando estoy grabar el siguiente.





Video: Cuando escuché a Javier recitar el poema "Alfonsina Storni se arroja al océano" de Jesús Jiménez, literalmente me retorcí de envidia. Me faltó tiempo para escribirle un correo y pedirle repetir la experiencia, esta vez, recitando yo. Dicho y hecho, buscamos el momento, y fue, no sólo sencillo (ay, la ignorancia del principiante), sino divertido. De ese día salió el montaje de las 21 tomas falsas, y este poema de Elena Medel, con el que tanto me identifico y que tanto me gusta.

16 diciembre 2007

La ola

si cada vez que vienes
me convences, me abrazas y me hablas de los dos....
y yo siento que no voy
que el equilibrio es imposible
cuando vienes y me hablas de nosotros dos,
no te diré que no
yo te sigo porque creo que en el fondo hay algo.


La manta escondía entre sus fibras
el mapa del tesoro
Hacía frío, o no, la manta me llama
ese sofá tan incómodo, yo arrebujada
y te acurrucas en la otra orilla, allí, lejos
donde el peligro no vara
y hablas, no te escucho
los cuerpos se mezclan
y reencuentro partes de mí perdidas
tu piel extendida como una red,
la manta cómplice arropa
esa fusión de anzuelo incontenible y
sólo soy capaz de percibir el aire
inabarcable como el mar,
mar profundo y oscuro
que nos reclama hijos suyos
ese aire familiar, ese inquietante
y nuevo aire tan familiar, tan familiar
que da miedo


Pero esa manta nos abrigaba a los dos
y la atmósfera resultaba ser una órbita celeste
donde flotábamos desde los tiempos remotos
sin querer saberlo
allí, en esa casa perdida al lado del puente
en ese espacio y en ese tiempo tan distinto
tan desconocido
tan ajeno a los días previos
tan extraño para los días futuros
que ya no existe.
Se ha evaporado de pura certeza
se ha fulminado con una explosión de luz

Viene la ola...

¿la ves?




Imagen: G. COURBERT. La ola.1870. Escucha la canción. Con los ojos cerrados. Cierra los ojos, confía en mí, escucha la canción con los ojos cerrados... ¿puedes sentirlo?

09 diciembre 2007

al final

"Y cuando mordáis una manzana, decidle en vuestro corazón:
Tus semillas habitarán en mi cuerpo.
Y las yemas de tu mañana florecerán en mi corazón.
Y tu fragancia será mi aliento.
Y juntos gozaremos en las estaciones de la eternidad."
Gibrán Jalil Gibrán


Llevo la imagen impresa en mis venas. Si cierro los ojos, me llega el aroma inolvidable del pinar centenario, el silencio del bosque, la presencia invisible de la vida que bulle, el viento que acaricia y murmura, y la certeza, en el mar donde flota cada una de mis células, de que

la belleza me está aguardando...

al final de cada camino.




A veces, contra todo pronóstico, me siento terriblemente feliz.


Imagen: Pinar de Covaleda, en Soria. Oleo recién pintadito por mí.

27 noviembre 2007

21 tomas




A veces me derriban
a veces me derrumbo
a veces no me levanto

y a veces, simplemente


... me dejo caer


Espero que lo disfrutéis tanto como yo. Gracias, Javier, por el buen rato.

17 noviembre 2007

Feliz aniversario



Nunca nos propusimos demasiado en serio recordar cuándo nos habíamos dado el primer beso, o cuándo fue la primera declaración. No acabamos de decidir si consagrar nuestro primer encuentro, o la decisión de vivir juntos. Pasó el tiempo y no disfrutamos de ninguna fiesta de aniversario. Parecía que no importaba.

Hoy hace un año que nos separamos.

Por fin tenemos una fecha que celebrar.



Imagen: Carlos Schwabe: Day of the dead

07 noviembre 2007

Corto y cambio

Dime qué hay detrás de esas sonrisas tan tristes
un motor que no funciona o sólo corazones rotos
Es mejor un cielo acostumbrado a defraudar
que fábricas de anhelos esparcidas en la noche

La vida te lleva por caminos raros
(Diego Vasallo)
Avería y redención
Quique González

Va a haber cambios.

Estoy terminando de recuperarme de un catarro que ha intentado acabar conmigo, pero no lo ha conseguido. Ya puedo respirar con la boca cerrada. Ya ha dejado de dolerme el cuerpo como si me hubieran golpeado sin piedad. Ya vuelvo a ir al trabajo con ganas, y con la sonrisa puesta. Y en las horas de fiebre y cama, un sinfín de palabras e imágenes han inundado mi cabeza. Ahí siguen, en un letargo inquieto, esperando que las despierte.

Ya es hora de terminar esta etapa.

Llega el tiempo de empezar de nuevo.

En breve, esto tendrá otro aire. Ya tengo ganas de estar ahí.

Imagen: regalito de un amigo.

21 octubre 2007

Las orillas del mundo

Quién podría vivir en la tierra
si no fuera por el mar
Luis Cernuda



Cuando en las orillas del mundo
se refleja tu recuerdo
durante un breve instante
todo se detiene:
el dolor, los insomnios
la subida del euribor
la respiración
Sólo el leve rumor que apenas roza
el cortante tacto de las rocas
Sólo la humedad que se confunde
con otras humedades más oscuras
dan sentido
a este ir y venir por las arenas perdidas
de las playas deshabitadas
Sólo la plenitud que nos inunda
reconforta este tránsito ciego
por los caminos que llevan a ninguna parte


Imagen: Mi primer óleo después de cinco años sin pintar. La fotografía no tiene toda la nitidez que debiera y los tonos originales son más grises, pero en fin, es la que más se parece, qué le vamos a hacer.

12 octubre 2007

Después del frío

Para ti, pecadora, escribo cuando el alba
me baña en su luz pálida y tú ya te has marchado.
Por ti, cuando el rocío bautiza las ciudades
tomo la pluma, lleno de tu recuerdo, y ardo.

Luis Alberto de Cuenca


Pero me besas, me desnudas
despiertas de la ceniza
a la diosa que danza en el fuego
y un inesperado crepúsculo incendia las calles.
Los disparos secos de las guerras
rebotan demasiado lejos de este cuarto prestado
con un único balcón
lleno de huracán y espinas.
Nunca deseé tanto las alambradas.
Retomamos una vez más
el juego de los cuerpos que arden
enlazados y enloquecidos
en una balsa sin rumbo
en la pira fúnebre que acabará por naufragar
tarde o temprano.
Ya han sido lanzadas las flechas
ya cercenan el abismo de lumbre
donde nos escondemos y precipitamos.
Abrázame en esta hora incierta, amor mío
abrázame
antes de que amanezca
y nos hayamos consumido.




Imagen: M.CHAGALL. Por encima de la ciudad. 1918.

26 septiembre 2007

Frío

Escribo
por no pegarme un tiro en la boca
Y hasta escribir
se ha vuelto a veces
un tiro en la boca

Antonio Orihuela


Me besas, me desnudas siento frío esta noche
despiertas a gritos a la diosa de la nieve
que gobierna tus dominios.
Abro los ojos con la escarcha primera
la piel marcada de pliegues de ausencia y labios sin fin.
Has vuelto a escabullirte entre los mapas
Si quisiera buscarte
debería empezar por el gran desierto azul.
Retomamos una vez más
el juego de las distancias
y el comodín se disfraza
de impecable témpano de hielo.
Un día
y otro
y otro
Noches sin mantas, sin fuego, sin luz
Ha de ser así, cariño mío
algo de calor derretiría los polos
provocaría la hecatombe final, el desastre.

Perdona si ya no sigo hablando:
tengo que salir de aquí
antes de que se congelen las paredes.



Imagen: W. TURNER. Tormenta de nieve. 1842

17 septiembre 2007

A mi manera




Y ahora que ha llegado el final
me enfrento al último telón
Amigo mío, lo diré sin rodeos
hablaré de mi caso, del cual estoy seguro.
He vivido una vida plena,
viajé por todos y cada uno de los caminos
Y más, mucho más que esto
lo hice a mi manera

He tenido algún que otro arrepentimiento
pero muy pocos como para mencionarlos
Hice lo que debía hacer
y lo hice sin privilegios
Planeé cada programa de acción
cada paso cuidadoso a lo largo del camino
Y más, mucho más que esto
lo hice a mi manera

Sí, hubo oportunidades,
estoy seguro de que lo sabían
cuando mordí más de lo que podía masticar
Pero al final,
cuando hubo duda,
me lo tragué todo y luego lo dije sin miedo.
Lo enfrenté todo y estuve orgulloso
y lo hice a mi manera.

He amado, he reído y he llorado
Tuve malas experiencias, me tocó perder.
Y ahora, que las lágrimas ceden
encuentro tan divertido
pensar que hice todo eso...
Y permítanme decir, sin timidez
“Oh, no, oh no, a mí no... yo sí lo hice a mi manera”

Pues... ¿qué es un hombre, qué es lo que ha conseguido?
Si no es a sí mismo, entonces, no tiene nada.
Decir las cosas que realmente siente
y no las palabras de alguien que se arrodilla.
Mi historia muestra que asumí los golpes

y lo hice a mi manera

Paul Anka

Video: La maravillosa versión de este temazo por Los Piratas, cantado por el genial Iván Ferreiro. Si queréis la letra original, aquí la tenéis. No encuentro palabras ni con las que identificarme, ni con las que no identificarme. No encuentro las palabras. No hay palabras. Sólo silencio. Silencio. Silencio. Las palabras ya no están, las palabras se han ido. Es inútil buscarlas, las palabras... se han ido.

Y sólo quedan canciones.

03 septiembre 2007

Vacía

Me llamaré Vacía, en honor a mis muertos



Con la huida del ermitaño,
reducida mi estampa a la de las farolas sin luz
inapetente arrastro mi sombra
vacía de noches, como la muerte

Me desampara una ausencia
cuyo rostro es imposible
Me abarcan unas manos
como anónimo desierto de los mapas
que nada tienen que ver aquí.

Ya sólo hay retiro en las calles
(si acaso yermas figuras
que entrelazan sus miedos al cruzarse);
y son estériles mis pasos
como estéril hasta ahora ha sido mi vientre.

Descubro mi reflejo en la desolación de los escaparates
Las marcas dehabitadas
el estigma de los solitarios
el frío insaciable de los que han abandonado la fe



Imagen:E. HOOPER. Dawn in Pennsylvania. 1942

27 agosto 2007

Vuelvo a dormir diez horas de un tirón

...yo me vuelvo sin nada y con silencio a este océano, hoy naranja
y tibio como el líquido amniótico que bañaba mis siestas.
Sabéis cuánto me place echar una cabezadita entre bastidores.
Ahí os dejo con vuestro desembarco de Normandía diario.
No me despertéis hasta que la función y el mundo acaben.

Jesús Jiménez



Me dijo que había permanecido encerrado
durante nueve días y nueve noches
en su casa,
escribiendo.
Parecía sentirse orgulloso, y me alegré por él.


Más tarde,
caí en la cuenta
de que había permanecido encerrada
durante noventa días y noventa noches
en mi casa,
arrojada en el sofá
mirando las aspas del ventilador del techo
girar y girar.


Por primera vez después de noventa días
y noventa noches,
hoy no he encendido el ventilador;
y sus aspas, en su inesperada quietud,
han vomitado estas palabras sobre mí:
Quizá este tiempo no haya sido en vano






Imagen: Algún lugar de Menorca. Por cierto, hay una pequeña celebración en la cocina, espero que la disfrutéis. Un abrazo a todos. Si queréis leer el poema completo de Jesús Jiménez, aquí lo tenéis.

16 julio 2007

Nueva ausencia


Y ahora, después de esta ausencia forzada por falta de tiempo y exceso de trabajo, me voy a hacerle una visita al mediterráneo. Espero que me inspire y que me susurre bajito alguno de los secretos que esconde, yo los guardaré bajo llave hasta poderlos transmitir. Dormiré a mares en vuestro honor y cantaré y bailaré y me sumergiré en el agua salada una y otra vez mientras el cuerpo aguante. Después, con las fuerzas renovadas y nuevas visiones en mis ojos, espero volver. Y celebraremos mi primer año en la blogosfera... si os apetece, claro.

El cava, las velas y la música, los pongo yo.

Un abrazo mientras.


Imagen: C.D. FRIEDRICH. Landscape with Crumbling Wall. 1837-1840.

02 julio 2007

La otredad


La realidad y la otredad se entrelazan y mezclan en un cóctel de colores imposibles. Tiembla seductor el aire que nos separa en el círculo mágico y es tal la cadencia que se desmaya en el camino a los pies de la encina que permanece inmutable al paso del huracán. Caerán sus hojas, se troncharán sus ramas, morirán de viejos los petirrojos que la habitan, cesarán las hormigas de recorrer ansiosas su corteza una y otra vez. Cambiará el clima, se derrumbará la montaña, se abrirá una sima eterna en el borde del tiempo. Mutarán los ciclos, se perderá el rastro de la vida en la memoria de las piedras y ella seguirá en pie. Imperturbable.

Luego llega la noche, y busco su estancia para poder dormir en paz. Me cobija una sombra de infinitud. Dulce abismo de insomnio en el que me balanceo y sostengo, mis raices son de aire que tienden a la levedad. Y me gusta ponerme tu piel de pijama y que me arropes cuando está a punto de amanecer.

Duerme conmigo la realidad a ratos.

A ratos descanso de la realidad.

Y no paro de entretejer sueños.




Imagen: E. BURNE JONES. Estrella del anochecer. 1870.

23 junio 2007

Por venir

Una pasión fría endurece mis lágrimas.
Pesan las piedras en mis ojos: alguien
me destruye o me ama.
Antonio Gamoneda
Arden las pérdidas

Atravesé la tierra, llegué hasta el límite y me invadió la luz. Allí, sola de ausencias, me sobrevoló un ángel para avisarme de tu llegada. Ha desbrozado el camino, me ha mostrado las señales. Me ha cantado rituales mágicos de olvido y penumbra al oído mientras llenaba de marcas mi piel, piel blanca estigmatizada de cielo y cenizas que se eriza al recordar, y tuve que desvelar varios misterios para desenmarañar tu nombre. Después navegamos mares de luna y abismos, y después, cuando alcanzaba el fin de las horas susurró en mi delirio lo que estaba por venir.

Desplegó sus alas, y desapareció. Ahora amanece todos los días mi almohada con arrugas de alas. Abro la ventana, se desvanece su cautela. Y deja un nuevo mensaje, que me abraza de infinito mientras llaman al timbre. Eres tú con tu sonrisa. Y todavía no quieres pasar. Hablamos y hablamos, y tras los portales se preparan los incendios.

Preceden tus pasos las huellas que no te alejarán de mí. Baila conmigo la danza del futuro, cariño mío, que las certezas no acaban más que empezar. Difumina tus sueños antiguos con la luz del presente, que la rueda está girando. Aparta la distancia y la duda que es cierta esta inquietud, puedes jurarlo.

Vaciemos el armario de sombras, hagamos sitio para el amor.



Primera imagen: A. OSBERT. Visión. 1892.
Segunda imagen: M[1].MALLO. El racimo. 1944

13 junio 2007

Quiero escribir

Quiero escribir y no lo consigo. Se precipitan los acontecimientos y se amontonan los datos y la ausencia de fe. Me buscan las vueltas, y yo te busco a ti. No encuentran mis vueltas, y tú te escabulles entre los pliegues de mi enagua y los laberintos del tiempo. Quiero escribir en esta noche negra, y se nublan mis manos ante el fallido influjo de quien pretendió distorsionarme. Me han señalado con el estigma de la locura, y han intentado sembrar en mí la duda de mí. Pero poseo una cordura incierta, de esas que aterrizan en otros mundos paralelos y vuelven serenas a relatar visiones, y en la resaca de cada batalla me envuelven unos brazos como una manta de luz, brazos fuertes y seguros, blancos como el resplandor de las casonas del norte plagadas del roce de las estrellas. Suena tu voz en la madrugada. Y todo vuelve a fluir. Esta mala cosecha de sombra no dará más fruto que nuestras conciencias expandidas.

Pretendo escribir y no lo consigo. Vienen días de cambio y temblores, de trenes que horadan los campos y los recuerdos y cantan mi despertar. Se arrugarán las lanzas como cuerdas elásticas y rebotarán certeras de nuestros escudos a su origen.

Intento escribir y no lo consigo. Cuéntame el cuento que me prometiste, que un poco de ternura ha de hacernos un gran bien. Acurrúcame que me canso de ser tan fuerte, líbrame del temor de ti. Ampárame en el consuelo de este instante, no habrá un futuro mejor.

He atravesado el mar de dios y un mensajero me entregó su carta. Sea por siempre bendito el día que me reconoció. El mensajero me entregó la carta. Parecía un juego, pero entendí el mensaje. Ahora, el as de picas me pertenece. Mi suerte está cambiando.

Y mientras tanto, procuro escribir,


pero no lo consigo.


Imagen: E.DEGAS. Absenta.1876. Hace poco, en el mar de dios, un chico me regaló un as de picas. Dijo que tenía varias cartas, pero que la mejor era para mí. Y que podía usarla cuando quisiera y donde quisiera. Y que en ningún momento, olvidara que la tenía. La dejé en mi mesita esa noche, por si desaparecía con los sueños. Desperté, y no había desaparecido. Desde entonces, llevo un as conmigo, en la cartera. Espero no olvidarlo.

03 junio 2007

Los cimientos

Felices nuestros ojos y nuestros oídos que ven y escuchan. Sabed que reyes, papas, cardenales y obispos, abates y maestres han deseado ver y escuchar lo que vosotras escucháis y veis, pero ellos no lo han visto y no lo han escuchado y no lo conocerán jamás.





Busqué las alturas difuminando el límite entre la tierra y mi piel. Subí montañas, viví en áticos, contemplé el cielo abierto una y mil veces hasta creerlo mío. Me empapé de la lluvia como de las bendiciones y hablé con dios para preguntarle el por qué de su ira cuando me negaba el sol. Imploré hacia arriba, y mis pies fueron ligeros, y me olvidé de las raíces que encuentran a oscuras el alimento para la flor. Y di frutos de aire, que brillaban, sí, pero carecían del húmedo y profundo sabor.
Porque temía descender. Descender a las grutas de mí misma. Descender y encontrar mis cimientos a punto de desmoronarse, en pie a fuerza de un milagro y de mi intento. Descender y encontrar nidos de serpientes planeando envenenar el futuro. Descender y encontrar los fantasmas de los que se fueron dispuestos a rendirme cuentas. Descender y encontrar mi espejo, y no ver nada. Un rostro vacío. Un corazón vacío. Un vientre vacío. Y las telarañas del tiempo azotando mis sienes y riéndose de mí.
Tuve miedo mucho tiempo. Miedo de mí. Até mis manos para no sorprenderme, vendé mis ojos para no saber, tapé mis oidos, aunque las voces siguieron hablando. Tuve miedo y me negué.


Pero un día descendí. Supongo que para enterrarme o para reconstruirme. Supongo que en ese momento me daba absolutamente igual. Y de haber apostado por algo, hubiera sido por la primera opción. Pero descendí, es cierto, y encontré las columnas de alabastro en pie penetrando en la tierra firmes y certeras desde cientos de años atrás. Y supe de los laberintos que recorren el centro de la ciudad y de los templos ocultos bajo nuestros pasos. Y entendí por qué tengo la certeza de estar en mi lugar. Donde creí que habitaban serpientes, permanecía oculto mi origen.

Ahora sé que el miedo esconde algo entre sus fríos dedos de muerte revenida. Que refleja el terrible vacío que se origina al enfrentarnos con lo más grande que poseemos, con esa esencia de eternidad de la que no hemos de desprendernos y que perfuma nuestros días, y algunas noches sin luna también. Que viene con militares pasos certeros, que asedia nuestros sueños y los convierte en pesadillas, y que cuando le preguntamos quién eres se escabulle entre las casualidades (y deja una estela de luciérnagas resplandecientes) porque nadie le enseñó cuál es la respuesta. Por fin entiendo cuando me decías que mi mayor fuerza y mi mayor poder residen en mi oscuridad.

Creí caminar sobre una sima interminable. Pero me equivocaba. No hay abismos donde vivo.

Siglos de sombras, misterio y secretos me sostienen.

Imágenes: Los cimientos de la casa donde vivo. Ocultos a la mayoría. A mi alcance. Disculpad la mala calidad de las fotos, no muestran ni la mitad de la grandeza del sitio. Al día siguiente de conocerlo, alguien que no tenía ni idea de nada de esto me dijo: "Hay que bajar a las catacumbas antes de salir al foro". Todavía no sé qué pensar. O quizá sí.

27 mayo 2007

Vasos de ámbar

Los vasos de ámbar se han roto para siempre.

Esta mañana han explotado en mis manos, ya no podré utilizarlos para el primer café de recién levantada. No me preguntes cómo. Bien sabes lo mucho que me gustaba desayunar en esos vasos. Tenían la textura perfecta. El color de oro. Conservaban el calor más de lo que te podrías imaginar, aunque ya sé que no te lo creerías si te lo contara. Y me vendrías con mil explicaciones absurdas sobre el cristal y la conservación de la temperatura. Y yo te miraría y guardaría silencio, y pensarías como siempre que esa noche, gracias a ti, dormiría sabiendo más. Altivo profesor de datos muertos, qué ingenua seguridad te otorgaba entregarlos... Pero yo guardaba silencio mientras tú soltabas tu discurso y me abstraía pensando en lo sutilmente que desprendía el café su calor, y cómo esos vasos sabían conservarlo lentamente, como si hubieran planeado la conversación y el tiempo exacto que iba a durar. Esos vasos se alternaban para besarme cada mañana y eran mis cómplices, y mis amantes del amanecer, y con ellos planificaba en secreto mi día, y alguna noche también.

Los vasos de ámbar, como te iba diciendo, se han roto para siempre. Y de pronto, los dos, eran mil pedazos de cristal esparcidos a mi alrededor. Apenas un pequeño corte en la palma de la mano, un instante de enfado, dos minutos de reajuste...

Y aquí no ha pasado nada.

Pero los vasos de ámbar se han roto para siempre. Podría haberse roto un plato de la vajilla nueva, la ensaladera o el cuenco de los cereales que le preparo a mi madre cuando viene a pasar la tarde conmigo. Podría haberse roto un sueño, o un desamparo, podría haberse roto el silencio con el grito de un niño raptado en la calle, o las nubes con una maldición. Podría haberse roto un pacto más en el telediario, o la página del libro en la que garabateaste mi nombre. Podría haberse roto el balcón, haberse desprendido del edificio con un mal golpe de cierzo, convirtiéndose así en la pista de despegue al cielo. Podría haberme quedado sin los geranios, sin el aloe, sin el pequeño rosal que mimo como si fuera un hijo... y sin el nido de palomas que me acompaña. Podría haberse roto el portátil, la cama, la nevera, el televisor. Podrían haberse roto las huellas de esta noche, aunque ésas quisiera conservarlas un instante más.

Tan sólo se han roto los vasos de ámbar. Para siempre.


A partir de ahora, tomaré el café en vasos nuevos.



Primera imagen: W. TURNER. La estrella vespertina. C.1830.
Segunda imagen: M. QUETGLAS. Jacintos.1978. Acuarela.